Damary Raipillan, miembro Asociación TEAcompañamos.
Plantear el autismo como un “problema”, ya, en si, es el problema, quienes contamos con esta condición vemos día a día que los servicios tanto públicos como privados, buscan con mayor o menor éxito la forma de solucionar esta supuesta problemática, con cuotas de trabajadores discapacitados, una capacitación o charla aislada, evitando el centro del debate, y que dice relación con que nosotros los autistas, contamos una estructura mental distinta a la de ustedes, los neurotípicos, estructura que, de ser aprovechada de manera inclusiva, nos permitiría ser parte de la solución a los grandes problemas que vive nuestra sociedad.
En el día del orgullo autista, queremos levantar la voz y trasmitirles que nos reconocemos como valiosos, como un aporte a nuestra sociedad, pero a su vez como seres con diferencias que, lamentablemente se visualizan más como un problema que como una riqueza, lo cual debe cambiar, propendiendo al respeto y la colaboración en el pleno desarrollo tanto material como espiritual posible, como así parafrasea nuestra saliente carta fundamental.
Como autistas, somos metódicos, leales y rigurosos, siendo capaces de controlar sistemas con un nivel de concentración muy avanzado, tendemos a estudiar alguna temática de nuestro interés con tal acuciosidad que ser llamados obsesivos es bastante común, sin embargo, ser capaces de funcionar en estructuras burocráticas con gran apego a las reglas, tiene también un costo diario, así, no podemos entender con claridad las emociones propias o ajenas, igualmente las ironías, las bromas o situaciones similares son mayormente una incógnita para nosotros. Tampoco recepcionamos con facilidad que alguien que desconocemos nos toque un hombro, cuestión que a la mayoría no les molesta.
Ahora bien, adaptarnos día a día, a la “normalidad”, provoca un inmenso agotamiento, y colapso emocional difícil de describir, con ello, simples acciones que para la sociedad puedan ser tomadas como pequeñas, generan un gran impacto en nuestro diario vivir y por cierto que, ello implica el área de salud pública y privada, del que muchas veces nos vemos privados y discriminados.
De ahí la importancia de que se adoptan medidas que mitiguen y erradiquen aquellas conductas que determinan experiencias negativas para los usuarios, lo que, es aún mas relevante tratándose de personas autistas ya que, podría traer como consecuencia final que tales usuarios prescindan de concurrir a los centros de salud, exponiendo con ello su integridad física y psíquica.
Pero, en definitiva ¿qué medidas se pueden adoptar, para acercar el sistema de salud a las personas que vivimos en el espectro autista? En respuesta puedo mencionar algunas ideas que -a titulo personal-podrían significar mejoras directas en la prestación del servicio de salud.
En este orden de ideas el establecer un catastro nacional de personas autistas permitiría a los servidores públicos otorgarnos un trato acorde con nuestras necesidades; otra medida sería implementar un sistema de ingreso que priorice la atención de personas autistas, tomando en consideración que las largas esperas y el entorno de los centros de salud (luces fuertes, colores brillantes, ruidos molestos y constantes, olores, entre otros), pueden ser detonantes de crisis y en consecuencia la experiencia queda determinada por la ansiedad, estrés, culpa y sufrimiento; otro punto importante es la capacitación efectiva e integral de los funcionarios del área de salud para que puedan empatizar y entender nuestra condición, sin tener conductas violentas y/o discriminatorias.
Finalmente, y entendiendo la importancia que tiene en la vida de todas las personas el sistema de salud, especialmente de aquellos que somos calificados como neurodiversos, es que les hago un llamado a no solo visualizar y conocer el autismo, sino que a ir más allá del discurso de inclusión y materializarlo en acciones, que nos permitan desarrollarnos en una sociedad equitativa.