Dr. Rodrigo Verdugo Cofré
Jefe Urgencia Pediátrica Hospital Regional Coyhaique
Ya han pasado tres años desde que la pandemia de COVID-19 llegó a la región de Aysén. Parece lejano aquel 14 de marzo del año 2020 en que se confirmó el primer caso positivo en un turista extranjero proveniente de Tortel. Muchas situaciones han cambiado en cada uno de nosotros y por supuesto que también en la forma de relacionarnos con las instituciones que habitualmente forman parte de nuestra vida cotidiana. El acceso a colegios, comercios y entidades públicas, entre muchas otros, tuvo un drástico cambio. Sin embargo, así como todo ciclo tiene un comienzo también llegará paulatinamente su final. En ese tiempo de transición nos encontramos actualmente y por ello hemos vuelto a retomar la forma de vida previa, ocupando los espacios públicos que están diseñados para ayudar a mejorar nuestra calidad de vida, así como nos volvemos a relacionar más cercanamente con nuestros familiares, vecinos y amigos.
También hubo cambios en cómo nuestras niñas y niños comenzaron a ser atendidos cuando debían acudir por una atención al servicio de urgencia hospitalaria. Desde abril de 2020 se concretó la separación física de la atención infantil que históricamente se realizaba junto a la atención de adultos, para lo cual se creó la nueva Unidad de Urgencia Pediátrica, trasladándola a otras dependencias dentro del hospital regional, con un excelente acceso desde la vía pública por calle Jorge Ibar. No sólo fue un cambio de lugar, sino que a la vez se buscaba desarrollar una nueva forma de atención, incorporando paulatinamente más recursos humanos y mejor implementación.
Médicos, enfermeras, técnicos en enfermería, kinesiólogos, auxiliares y administrativos comenzaron a estar disponibles para atención exclusiva de niños y niñas; los pequeños usuarios por primera vez contaban con una sala de espera -aunque pequeña- propia; un box de atención sin la incomodidad de escuchar los sonidos de las atenciones de adultos; una sala de administración de medicamentos y observación que ya no tenían que compartirla con hombres y mujeres mayores. De a poco nos fuimos dando cuenta que brindar una atención con más equidad no sólo ayudaba en el resultado final, sino que dignificaba cada vez más a la población infantil. Por eso, en la bienvenida había una infraestructura amigable a la vista y personas que los recibían con el afecto de ver ingresar a familias necesitadas de ayuda en momentos muy difíciles para todos. En los primeros meses de la pandemia, hubo una gran disminución en las solicitudes de atención, pero al año siguiente aumentó de manera importante y para 2022 volvió con fuerza la demanda, alcanzando las veintiocho mil consultas anuales, similar a los años previos al COVID.
Sin duda que es mucho lo que falta por mejorar: acceso, oportunidad, calidad y humanidad es lo que nos demanda la ciudadanía. Nuestro trabajo en la Urgencia Pediátrica debe ser realizado con dedicación y afecto por cada uno de quienes escogimos servir a los demás. Para ello es importante que exista una relación lo más virtuosa posible en el tiempo, por eso tanto usuarios como trabajadores debemos ser empáticos y entender que todos somos merecedores del respeto y buen trato mutuo.
Cuando logremos eso, podremos comprender de mejor forma lo que nos deja la pandemia.