Este convenio busca resolver cirugías de alta complejidad en el Hospital Regional Coyhaique en conjunto con el staff de la Pontificia Universidad Católica, evitando el traslado de mujeres con cáncer ginecológico a otros hospitales del país. Durante 2022, se realizaron 7 operativos.
Un total de 25 mujeres con cáncer ginecológico –ovario, endometrio y cervicouterino- fueron beneficiadas gracias al Convenio Docente Asistencial existente entre la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC) y el Hospital Regional Coyhaique (HRC), iniciativa que ha permitido que estas pacientes no sean trasladadas, evitando el desarraigo y logrando, en la gran mayoría de los casos, un rápido accionar que ha evitado desgastadores tratamientos como quimio y radioterapia.
“En el transcurso de este año, los profesionales de la Universidad Católica han participado en 7 operativos, lo que nos ha permitido resolver quirúrgicamente patologías oncológicas. Estas pacientes han podido resolver su patología en su ciudad, en su región y en su hospital, con la participación de especialistas que han concurrido con mucha amabilidad y profesionalismo, sin ningún costo extra para el HRC”, sostuvo el jefe del Servicio de Maternidad del HRC, Dr. Pablo Mardones.
El Dr. Mardones precisó que estos operativos se están realizando cada dos meses aproximadamente, creando un importante círculo virtuoso que beneficia tanto a las pacientes como a los especialistas de la PUC y al equipo del único hospital de alta complejidad de la región de Aysén.
“Este es un convenio donde ganan todas las partes: por un lado, la Universidad Católica como centro formador de médicos especialistas, ya que viajan con becados de gine oncología y ginecología, permitiendo que el HRC se convierta en un campus clínico para la PUC; también ganan nuestras pacientes, que son las principales beneficiadas; y finalmente el equipo clínico de nuestro hospital, quienes participan de estas cirugías de alta complejidad y así van adquiriendo nuevos conocimientos y formándose en la parte quirúrgica”, destacó el Dr. Mardones.
TESTIMONIOS
“Me diagnosticaron en abril y en julio me operaron. No tomé la dimensión del tiempo que pasó”, recuerda Estefani Barría, mujer de 30 años que tras realizarse su PAP anual, fue diagnosticada con cáncer cervicouterino.
“Me diagnosticaron un adenocarcinoma invasivo, que no se sabía en qué etapa estaba. Tenía muy mal pronóstico”, cuenta Estefani, agregando que “me dieron la opción de ser parte del operativo con la Universidad Católica, y me propusieron la realización de una cirugía donde te extraen la mayor parte del cuello uterino y se conserva el útero. Fue todo super rápido, estamos casi al final de Chile y tengo más acceso a cosas que se podrían dar en la zona central.”.
Otra de las pacientes beneficiadas en 2022 con este virtuoso convenio, fue Teresa Garrido, mujer de 72 años que a pesar de estar al día con todos sus controles, fue diagnosticada con cáncer cervicouterino. Sin embargo, gracias a la rápida acción del equipo de patología cervicouternia del HRC, tras la cirugía no tuvo que comenzar un tratamiento de quimio o radioterapia
“Me hicieron una cirugía radical con la que se supone salió todo lo malo que tenía. La biopsia de esa operación salió buena, así que gracias a Dios quedé sin quimio ni radioterapia. Eso me puso muy contenta, porque yo ya me imaginaba que me iban a trasladar a Valdivia a hacerme radioterapia”, cuenta Teresa, quien se desempeñó como profesora en distintos puntos de la región de Aysén.
En el caso de Teresa, el tiempo de espera entre el primer diagnóstico y la cirugía fue de 4 meses. “Fue en un lapso de tiempo muy pronto, y a pesar de estar muy asustada con el tema del cáncer, me sentí muy acogida, muy bien acompañada, porque cuando a uno le dicen ‘es cáncer’, se te viene el mundo encima”, relata esta mujer, quien además en marzo pasado se convirtió en abuela por primera vez.
“Cuando me enteré del diagnóstico, mi hija tenía 8 meses de embarazo. Yo me imaginaba que iba a ser terrible para ella, además que era mi primer nieto. El bebé nació a fines de marzo, y después ella estaba amamantando y tampoco me atrevía a decirle. Recién a fines de mayo le conté. Fue angustiante, porque con mis hijas siempre he conversado de todo, no contarle fue muy angustiante. Le tuve que pedir disculpas por no hacerla partícipe de esto”, relata.
A pesar de la diferencia etaria entre Teresa y Estefani, ambas convergen en lo mismo: la importancia de la prevención y detección temprana de estas patologías, puesto que teniendo chequeos anuales, se pueden evitar complejos y desgastantes tratamientos.
“Hay muchas mujeres que les da lata hacerse un examen, pero de verdad son 15 o 10 minutos, y con eso te ahorras todo el resto de pasar por la angustia de qué va a pasar contigo y con tus hijos si es que tu te vas a morir. Es un examen incómodo, pero es mucho más incómodo estar en una sala de hospital donde un equipo completo te revisa y estás entregada a lo que te van a hacer”, enfatiza Estefani, haciendo un llamado a las mujeres jóvenes a hacerse los chequeos preventivos.
Por su parte, Teresa agrega “Lo ideal es mantener los controles al día, porque yo teniéndolos me salió este año malo. El riesgo es demasiado alto, yo perdí todo mi útero. Le diría a todas las mujeres que se hagan los exámenes preventivos, porque la prevención es mejor que la curación”.